Historia

Historia del
Colegio Nuestra Señora de Andacollo

La historia se comenzó a gestar en 1904, cuando se decidió destinar los terrenos de una vieja capilla a la fundación de un santuario y escuela para niños, que un sacerdote de la época dedicó a Nuestra Señora de Andacollo.

La Escuela Parroquial Andacollo abrió sus puertas para alfabetizar al entorno masculino del ambiente parroquial. En 1906 se puso la primera piedra de lo que sería en un futuro el Santuario de Andacollo, el que fue adquiriendo cada vez mayor importancia, hasta que en 1912 se construye la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, nombrándose cura y capellán al Presbítero Ladislao Godoy, conocido después como el “Cura de Andacollo”.

En 1907, jóvenes entusiastas fundaron el Patronato de Andacollo, donde Miguel Covarrubias Valdés, se ocupó de la formación, buscando a quienes quisieran ayudarlo con esta hermosa obra. La idea era “tomar al niño desde los primeros años en la escuela, educarlo cristianamente y darle una instrucción práctica, sin faltarle catecismo y juegos los domingos. No abandonarlo una vez salido de la escuela: crear una sociedad para ex alumnos y un centro obrero. Mejoramiento moral y material de la familia del barrio. Fomentar la higiene y el ahorro y establecer, en lo posible, gremios y sindicatos”.

Es así como se crean, casi sucesivamente, varias organizaciones que acompañaron la formación educacional y cristiana de los niños y sus familias. El registro de matrículas más antiguo data de 1915 a 1919, donde figuraba como profesor Félix Berríos Bustamante, quien posteriormente sería nombrado rector en 1919.

Los primeros cambios
La Escuela Parroquial Andacollo ejerció una positiva influencia en la comunidad, donde existía mucha pobreza, las calles se encontraban sin pavimentar y lugares de mala reputación ensombrecían el sector. Gracias a la Escuela, “los niños ya no andaban sucios y todos tenían zapatos”.

Para entregar una pedagogía moderna y contar con programas analíticos, se le pidió al director de la Escuela Olea, Aniceto Gallardo, que se ocupara en la redacción de estos programas, los que resultaron exitosos para la época. En 1916, con Carlos Sánchez y Fernando Díaz Garcés, se inicia un período de nuevas tareas, fundándose ese mismo año un centro para los alumnos del último año y exalumnos. Era una época de mucha cooperación y compañerismo. Algunos alumnos del Colegio San Ignacio, tomaron a su cargo el patronato dominical para estar con los niños, siempre a cargo de algún padre de la Compañía de Jesús. San Alberto Hurtado fue uno de esos alumnos, para luego ser director de la Biblioteca en la parte académica y de la Caja de Ahorros en lo Social. Como universitario, siguió desempeñando sus actividades pastorales en el sector.

A mediados de 1919, la Escuela Andacollo cambió su nombre a Escuela San Vicente Ferrer, siguiendo con la formación cristiana de los niños. A pesar de que el edificio era muy pequeño, a la escuela asistían un promedio de 103 niños. Prontamente se vio en la necesidad de abrir una escuela nocturna, para los niños que, habiendo estado en la escuela diurna, no podían continuar estudiando porque trabajaban de día.

En 1923 se acuerda fundar la Escuela Nocturna Crescente Errázuriz, que funcionó desde 1924 hasta 1936 con relativo éxito, porque los fríos y las lluvias de otoño e invierno, hacían que los niños no asistieran con regularidad. Se intentó motivar la asistencia instalando una cancha de básquetbol y comprando una pelota de fútbol, hecho que fue un gran evento porque en esa época sólo los equipos profesionales las utilizaban. También se e acordó cobrar 10 pesos de matrícula por alumno, lo que serviría como garantía de asistencia y de “ahorro”, ya que se les devolvía a todos los que asistían al 75 % de las clases del año. A pesar de todos los esfuerzos realizados y ante la escasa asistencia comprobada por el visitador Fiscal Sr. Vera en mayo de 1934, se decidió cerrar la escuela nocturna, puesto que había una matrícula de 75 alumnos y una asistencia de sólo 28.

El espíritu educador no se dejó vencer y abrió una biblioteca el 21 de noviembre de 1933, donde además, se tenía servicio de lectura a domicilio. El 4 de julio de 1934 el Patronato se reunió con el Presbítero Hermógenes de la Cerda, quien entregó su cargo de Cura de Andacollo al Presbítero Alberto Jacques Lejeunne.

El nuevo párroco, de ascendencia francesa, estaba impregnado de las nuevas tendencias derivadas de la Encíclica Rerum Novarum, las que no se hicieron esperar frente al patronato y la escuela. Esta última, por iniciativa del nuevo párroco, cambió de nombre al que tenía antiguamente: Escuela Nuestra Señora de Andacollo. El 21 de julio de 1944, el Ministerio de Justicia le otorgó personalidad jurídica a la Corporación Patronato de Andacollo, por el decreto N° 2999.

Los cambios continuaron y es así como llegó a principios de 1947 el Presbítero Fernando Cifuentes Grez, quien se dedicó a trabajar en la posibilidad de fundar un liceo parroquial, para que los alumnos de la escuela pudieran continuar sus estudios, lo que se logró gracias a que el nuevo párroco obtuvo una subvención mensual del Ministerio de Hacienda. Las buenas nuevas no tardaron y en el período escolar de 1948 comenzó a funcionar el Liceo Popular Andacollo, con el primer año de humanidades. En esos años, crear un liceo parroquial gratuito era una osadía, porque los liceos católicos no eran parroquiales, sino que estaban bajo la tutela de congregaciones religiosas y eran pagados; sólo las escuelas parroquiales eran gratuitas.

Siempre preocupados del ámbito educacional, el párroco se enfocó en la continuidad de los estudios. Es así como cuando se logró avanzar al segundo ciclo de humanidades, el presbítero Cifuentes obtuvo el compromiso del rector del Liceo Amunátegui para que los alumnos promovidos al tercer año de humanidades pudieran ser incorporados sin inconvenientes a dicho establecimiento. Sin embargo, el compromiso no se pudo cumplir en su totalidad, puesto que sólo eran recibidos los alumnos sobresalientes, que por sus notas podían entrar a cualquier establecimiento.

A pesar de estos problemas, a los que se sumaban los económicos, el párroco vio que no sólo los niños, sino que también las niñas querían seguir estudiando. En 1953 se fundó el Liceo Nocturno Mixto Andacollo, que ocupó las aulas del patio la Virgen del Liceo Popular Andacollo.

Los problemas de salud comenzaron a aquejar al párroco Cifuentes y la autoridad eclesiástica mandó al Presbítero Vicente Ahumada Prieto para que se hiciera cargo de la parroquia y de los requerimientos que ésta tenía. Sin embargo, el Presbítero Cifuentes quedó a la cabeza de ambos colegios. Sin embargo, al terminar el período escolar de ese año, las autoridades eclesiásticas lo designaron a diversos cargos docentes en la Universidad Católica, lo cual dejó a todos muy tristes y con un enorme sentimiento de pesimismo.

Dadas las circunstancias, pasó a tomar las rectorías respectivas Monseñor Vicente Ahumada Prieto, párroco de Andacollo, y a quien además, le tocó afrontar la grave situación del liceo nocturno que, a pesar de todos sus esfuerzos y el de todos los profesores, se resolvió cerrar a fines de 1954 debido a la falta de alumnos, los que a pesar de matricularse masivamente, no asistían a clases.

Sin embargo se siguió trabajando en lo educacional que estaba debidamente acompañado de una completa formación cristiana a través de los grupos parroquiales de acólitos, grupos de señoras y juveniles.

Corría el año 1954, y el Contralor General de la República, a través del conservador del Archivo Nacional, declara cooperadoras de la función educacional del estado a la Escuela Particular N° 41 “Patronato Andacollo”. En el título primero de este estatuto, el Patronato de Andacollo tiene por “objetivo promover el adelanto religioso, moral, intelectual y profesional de las personas que concurran a los establecimientos que tienen destinados al efecto”. Todos los títulos estaban aprobados por el Arzobispo y se legalizaron el septiembre de 1954. Siguiendo con su afán educador, en 1955 se aprobó la petición de las profesoras Isabel Aguilera, Lilian Garrido, Isidora Briceño y Brunilda Jiménez, de abrir un colegio paralelo para los cuatro primeros cursos de la educación primaria, la que se bautizó con el nombre de Escuela Vicente Ahumada y que funcionó hasta 1958, con gran éxito, para después volver a formar parte de la Escuela N°41 Andacollo.

En cuanto al Liceo Popular Andacollo, gracias a la disposición del patronato, el apoyo de Monseñor Ahumada y de personas de buena voluntad, se comenzó en marzo de 1959 el cuarto año de humanidades, por lo que al final de 1961 se graduaron los primeros liceanos con la educación completa.

A pesar de todas las buenas noticias, con el alejamiento de Monseñor Vicente Ahumada en 1964 se agravó la mala economía y a pesar de lograr varios préstamos bancarios para pagar los sueldos impagos de los profesores, se avisó a la comunidad educativa que a fines de ese 1965 se cerraba el Colegio Andacollo.

Muchos ex alumnos del Colegio emprendieron medidas rápidas y se ofrecieron a trabajar gratis enseñando a los niños. A pesar que la dirección del establecimiento no quería aceptarlo, se aceptó y desarrolló esta propuesta, ya que la dirección no quería cerrar el colegio, sino que ya la desesperanza reinaba completamente por el exceso de deudas que aquejaban a la institución.

Laicos comprometidos
En 1965 hubo nuevos cambios. Se hizo cargo de la rectoría el Presbítero Luis Bascuñán Edwards quien, en medio de grandes incógnitas que se planteaban los feligreses de su parroquia y su alumnado, notó que era cada día más difícil obtener la subvención que daba el Estado para mantener en funcionamiento el colegio. Cuando entregó su cargo al Presbítero Agustín Lloret Paret, este comprobó la misma falta de quien tuviera el período anterior por lo que cuando volvió Luis Bascuñán en 1968, no quiso asumir el cargo y lo puso a disposición del Vicario de la Zona Centro, Rafael Moroto Pérez.

La autoridad eclesiástica, ante la imposibilidad de encontrar a alguien del clero para que se hiciera cargo del colegio Parroquial como era la tradición, se vio en la necesidad de nombrar en ese cargo al Inspector General del liceo, Miguel Mena Romero, cargo que ocupó desde 1968 hasta 1975.

Riveros Silva, quienes posteriormente, marcados por su experiencia, siguieron ambos el camino del sacerdocio: Enrique como Capuchino y Juan como Presbítero del Clero Secular.

En estos difíciles momentos tanto la parroquia como el colegio pudieron sobrevivir gracias al esfuerzo de muchos laicos, quienes pasaron a ser los verdaderos conductores de la vida parroquial.

La política llega a las aulas
La división política que vivía el país en 1969, polarizó las posiciones, afectando la relación Parroquia – Colegio. Esto se aprecia claramente en la anecdótica discusión surgida cuando el entonces rector del Liceo, quien también era el presidente de la junta Parroquial, sugirió al párroco Luis Bascuñán que retirara un afiche del comedor de la Parroquia, puesto que ponía en duda la independencia política de la institución. El párroco exigió la renuncia inmediata del rector, quien lo hizo en ese mismo momento y se habría hecho efectiva, si no fuera porque el profesorado junto al Centro de Padres exigieron que quedara sin efecto, amenazando con tomarse el establecimiento.

Cuando en 1972, el gobierno de Allende instaura la Escuela Nacional Unificada, esto provocó una división entre partidarios del gobierno y opositores, que sin embargo, no logra afectar la armonía del Liceo. Cuando llegó el material de trabajo, con las instrucciones para el cuerpo docente para tratar el tema de la Escuela Nacional Unificada, se reunieron los profesores junto al rector, quien prefirió obviar el punto número uno, porque señaló que trataba puntos filosóficos y políticos que siempre se habían discutido, y que no serían ellos quienes llegaran a acuerdo, por lo que fue aprobado inmediatamente y se dedicaron plenamente a la parte técnica del proyecto, las que finalmente fueron apoyadas, enviándose la respuesta al respectivo ministerio. Causó gran sorpresa cuando un grupo de funcionarios ministeriales acudió al establecimiento para informar que el Liceo Andacollo había sido el único en llegar a un acuerdo y enviar una respuesta. Venían a indagar cómo había sido posible tal acuerdo. En enero de 1973, fueron nombrados los padres Juan González y Orlando Córdova, ambos Capuchinos, para la atención sacramental de la parroquia, a pesar que la conducción pastoral la tenían los laicos. Ese mismo año la parroquia empezó a contar con el apoyo de algunas hermanas Carmelitas, las que tomarían el trabajo de la Catequesis familiar. El 11 de septiembre de 1973, el liceo estaba en las primeras horas de clase cuando llegó un apoderado a buscar a su hijo e informó lo que estaba pasando. Luego de comprobarse la noticia y para evitar alguna desgracia, el rector dio instrucciones en cada curso para que procedieran a retirarse a sus domicilios. Desde su casa presenció el histórico bombardeo a La Moneda. 11 de septiembre Había toque de queda y nadie podía salir de sus casas. Por ello el Rector se sorprendió al ver en su casa a una comisión de vecinos que exigía desalojar del colegio a cientos de alumnos que se encontraban allí. Sin poder creer esta situación, emprendió camino a las dependencias del colegio. En cuanto trató de entrar, desde adentro le abrieron la puerta, invitándolo a retirarse. Quienes ocupaban el colegio eran alumnos de cursos superiores de otros colegios, los que habían arrancado sus insignias. Pidió ver a algún Andacollino, pero se le informó que ninguno estaba presente. El Rector les indicó que estaban en peligro, cuestión que no creyeron hasta que al anochecer, les llevó a un joven universitario y a un obrero que les explicaron la situación. Era muy entrada la noche, cuando partieron a sus casas, rumbo al barrio alto, desplazándose a través del cauce del río Mapocho. Debido a los acontecimientos, las clases se reanudaron recién en noviembre de 1973, donde se pudo comprobar que no apareció el profesor de Ciencias Sociales de los Séptimos y Octavos Básicos, el Sr. Santander, tornándose la situación muy irregular. Al término de ese año, el rector se tuvo que retirar de la graduación para ser hospitalizado por un ataque de vesícula. Debido a la imposibilidad de tener un reposo post-operatorio, se retiró al pueblo de Romeral, desde donde supo que un grupo de uniformados lo estaban tratando de ubicar porque suponían que habría apoyado a un grupo de rebeldes que asaltó a un retén de Carabineros en la comuna de Pudahuel. Esta suposición se basaba en que el grupo de asaltantes estaba comandado por el Sr. Santander y habían lanzado volantes impresos a roneo desde una máquina de escribir. En este caso todo “se complementaba” muy bien puesto que el profesor Santander trabajaba en un colegio en que había papel de roneo y máquina de escribir y para utilizar estos implementos, tenía que tener la autorización del rector. Es por eso que como cabeza del Colegio le dieron 24 horas para presentarse, pero un Coronel de Carabineros respondió por él y testificó a favor de su honorabilidad, siendo testigo que estaba en el proceso post-operatorio.

El Cardenal Silva y la Congregación de Santa Cruz
A fines de 1973, pasados los conflictos que se tendrían como Colegio Católico y parroquial, el rector se reunió con el Cardenal Raúl Silva Henríquez para avisarle del cierre del colegio por los sucesivos problemas económicos. La autoridad eclesiástica lo envió a conversar con el Vicario para la Educación, Monseñor Gambino, quien logró que el rector le prometiera el no cierre del establecimiento por el momento. En 1974 se volvió a reunir con la autoridad eclesiástica, ya que no se había logrado nada en concreto, por lo que el Colegio debía cerrarse. El Cardenal Silva le pidió al Rector que esto no se realizara y que matriculara a los niños de todas maneras, ante lo cual el rector se retiró diciendo que lo haría. Todos estaban al tanto que el Cardenal estaba viviendo momentos muy difíciles debido a la época. A su vez, el Colegio reunía todos los veranos al rector, algunos profesores y alumnos, quienes colaboraban pintando el mobiliario para ahorrar dinero. Pero estos esfuerzos no bastaban. Se requería mucho más para mantener el colegio en funcionamiento. Sorpresivamente, el verano de 1975, dos sacerdotes de la Congregación de Santa Cruz visitaron al rector del colegio. Los Padres James Dautremont y Charles Delaney, del Saint George´s College, habían sabido -por medio del Cardenal-, de la mala condición del colegio. De la mano de la Congregación de Santa Cruz, se inicia una nueva época para la Escuela y la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Andacollo. En el primer año de administración, el Padre Dautremont no realizó reformas significativas. Incluso confirmó al mismo rector, Sr. Miguel Mena Romero, para que permaneciera en el cargo, hasta que llegara desde Estados Unidos el padre Rector designado por la Congregación.

La presencia del Padre Dautremont y de otros sacerdotes, religiosas y asociados de la Congregación, hicieron que el personal docente y los administrativos se sintieran inmersos en una Comunidad que nunca habían soñado. Esto porque después de haberse sentido casi abandonados, se veían enriquecidos por esta nueva presencia religiosa.

Antes de la llegada del nuevo rector, el Padre Dautremont realizó tres innovaciones, que fueron muy valiosas y apreciadas, lo que trajo alegría y realización. Primero, transformó el ex pabellón de la brigada de exploradores, en una hermosa y bien equipada biblioteca, con lugares apropiados para tomar apuntes y sectores de lectura. En segundo lugar, fundó un bien dotado Kinder y finalmente, incorporó a las niñas al Colegio, que hasta ese momento era sólo para hombres. Todo esto significó inversiones que la comunidad Andacollina nunca imaginó. En 1976 llegó el nuevo rector, el Padre Robert Simon, realizando en forma suave pero firme, todos los cambios e innovaciones necesarias para mejorar el nivel académico, logrando un cariñoso y respetuoso aprecio de la comunidad escolar, que siempre supo agradecer su dedicación. En esos años, la Congregación de Santa Cruz entregó importantes becas a aquellos alumnos que se destacaban por su buen rendimiento y que, teniendo la capacidad para realizar estudios superiores, no podrían hacerlo por razones económicas. Con el tiempo, muchos alumnos del Liceo Popular Andacollo fueron a la Universidad de Notre Dame (EEUU) para obtener títulos profesionales, lo cual era impensado para la realidad de aquellos jóvenes. Desde entonces y con las sucesivas rectorías, el colegio ha ido incrementando su nivel educativo, a través de una formación personal e intelectual que ha permitido a muchos exalumnos transformarse en hombres y mujeres protagonistas de su comunidad.

 

 

Cronología

1904 Inauguración Escuela Parroquial Andacollo
1907 Fundación del Patronato de Andacollo
1912 Inauguración de Parroquia Andacollo
1917 San Alberto Hurtado, en ese entonces alumno
1919 Cambio de nombre a Escuela San Vicente Ferrer
1924 Fundación de la Escuela Nocturna Crescente Errázuriz
1934 Cierre Escuela Nocturna Crescente Errázuriz
1933 Inauguración Biblioteca con servicio de lectura a domicilio
1944 Corporación Patronato de Andacollo obtiene personalidad jurídica
1948 Cambio nombre a Liceo Popular Andacollo
1953 Fundación Liceo Nocturno Mixto Andacollo
1961 Graduación primera generación del Liceo Popular Andacollo
1968 Rector Miguel Mena Romero
1972 Cambio nombre a Escuela Nacional Unificada
1975 Congregación de Santa Cruz visita a Cardenal Silva Henríquez
1976  Rector Padre Robert Simon C.S.C.
Cambio Nombre a Colegio Nuestra Señora de Andacollo
2000 Rector P. Jorge Urtubia C.S.C.
2004 Celebración 100 años
Instauración de la Medalla de Santa Cruz
2007 Inauguración Gimnasio
2008 Creación Centro de Ex Alumnos
2009 Rector P. Roberto Simon C.S.C.

 

Galería Rectora

1968 – 1975 Miguel Mena Romero
1976 – 1981 P. Roberto Simon C.S.C.
1982 – 1987 P. Gerardo Barmasse C.S.C.
1988 – 1993 P. Roberto Simon C.S.C.
1994 – 1999 P. Tomás Bednar C.S.C.
2000 – 2008 P. Jorge Urtubia C.S.C.
2009 – 2012 P. Roberto Simon C.S.C.
2013 – 2016  Luis Márquez Matus
2017 – 2019 Adriana Verdugo S.
2020 – a la fecha   Ana María Pichicona Sepúlveda